domingo, 27 de septiembre de 2009

Mujer

Sueño la manera de saberte menos blanda
más esclava y más concisa

De quitarte los zapatos
con el polvo orgulloso de la escena
en las suelas y en los huesos

Con el rostro ya surcado
de caminos
con un único destino
confluyente
en el centro de la entraña

Mujer, al fin,
abre los ojos
y descansa

sábado, 19 de septiembre de 2009

Viento

Si sigo Durmiendo, moriré.

Me siento, silenciosa y extraña, frente a la ventana y el mar, como a esperar mi propia muerte.
De la nada se ha formado una espuma blanca, cabalgante como un velero, creando algo bello y efímero.

Durante el sueño he perdido pie de todo lo que conozco. El viento se ha dado la vuelta poniéndolo todo del revés. Una angustia profunda, un miedo de desaparecer me ha mordido de súbito, y la soledad azul no me devuelve la medida de lo real. Busco un papel por toda esta casa llena de un vacío sordo como un espejo que no avisa, como un golpe seco en la nuca. Después, la NADA.

Como no soporto la NADA, decido al menos plasmarlo en un papel.
Eso puede salvarme
?
o solo desviar un rato más mi atención del abismo.
Recorro toda la casa. En mi búsqueda hallo ventanas que han de ser desesperadamente abiertas. Tras ellas, la Vida. Los colores palpitantes no han muerto, ni el aire que me trae a la cara el olor fértil de la tormenta, todo, todo sigue vivo y yo respiro, desesperadamente respiro, como si acabase de sacar la cabeza a la superficie desde el fondo de algún lugar.

La densidad de la tarde y el sueño le han robado minutos a mi vida, hoy, y muchas tardes muertas como ésta en la que Todo continuaba palpitando de belleza. Y saber esto ahora, con esta claridad pasmosa, me hace sangrar cadenas de humo, me hace tratar de dar algunas bocanadas, desesperadas, como un pez pescado tratando de regresar al mar.

jueves, 3 de septiembre de 2009

03.09.09

Se me agrupan las emociones entre las paletillas y la bajada del cuello.
Hacia la desembocadura lumbar nadan entre huesecillos perniciosos, posturas congénitas y asexuadas.
El vino baña las paredes del estómago que recae en sí mismo devolviéndome la arcada por expulsar lágrimas desde una respiración diafragmática,desde una respiración agitada, desde un aborto de relajación que culmina en sudoración y quejido libertario, abandonando mi hombro izquierdo en aquella camilla.
Tras el dolor intenso de aquellas manos que como morteros se ceñían sobre mis extremidades, las caderas se bambolean a la misma altura.
Camino nocturna hacia mi casa.
...
Voy a vomitar!