lunes, 3 de agosto de 2009

En la ciudad.

Son las 2.39 am, Luna casi- casi llena pero no está en la casilla de Cancer que se muere porque la muerdan entre las piernas para tener una buena razón por la que sudar.
Dejando un lápiz al lado de su ordenador, se pregunta porqué cada noche las ojeras no decrecen y ella se limita a bostezar entre las sábanas deseando que la mañana siguiente sólo sea para recordar.
A pesar de los vagos pensamientos que se amalgaman con el sofá y los restos de un fin de semana, la dama de lluvia no descansa de su ilusión de generar una gran idea, que la levantará como un resorte hacia una actividad incansable que podrá realizar consigo misma!
Qué bonitO, es genial!!estar sola y divertirse, salir a la calle, como si nada me importara, mirar todos esos ojos sin miedo a que me violen.

Oculto mi identidad en el vecindario de mujer solitaria y sonrío, siempre sonrío! si muero trágicamente, estará todo preparado: antena 3 entrevistará a las vecinas en bata, que comentarán lo misteriosa pero simpática que era y qué sola estaba...

Coge el maldito bolso, siempre lleno de papeles y justificantes de vida, y corre, corre al atasco, a la cita, al tren, a la firma!Corre! mujer de hoy y del mañana, persigue tu sueño de mujer realizada que no se ahoga en una ciudad que detesta los zapatos planos.

Pero hay días,  que sólo me ahoga la ausencia, infinita, pesada y me besa las muñecas para que no pueda pegarla y arrastrarte junto a mí.
Un anuncio en que se miran, un libro con una bonita historia sorpresa, unas manos que se cruzan y vuelo a una futura vida, una probable vida, un calendario sin fecha, un rumbo seguro o casi seguro que llegará...
un nudo en la garganta un vaso de agua, un consolador unas onzas de chocolate una cerveza y una pena que se suicida en la terraza.
Una apuesta de sueños a distancia y el amor que crece y se consolida y hace aún más jodida la extrañeza de los cuerpos.
El empaque de la pasión en un sobre sellado.
Un sin sabor en el momento de acostarse, el frenesí de sentimientos que se deslizan horizontalmente y cabizbajos por los raíles telefónicos.
La nomenclatura muda de acallar la desesperación.
La puta congoja que a veces me empaña los ojos.
El caminar de vuelta a mi casa sabiendo que no estás y esa es la única verdad que se enreda en la llave que abre la puerta. La puerta que pulveriza la esperanza.
Hace corriente en el umbral, doy un paso. 
yo soy fuerte.

Pero también hay días en los que simplemente te amo y ya está.



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